Cuando vuelvo a casa…y soy emigrante

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Cuando vuelves a casa…siendo emigrante la cosa cambia y mucho. Empiezas a hacer cosas que antes no hacías y de repente descubres lo maravillosa que es tu ciudad y la de amigos que tienes ahí. Son cosas de emigrantes, y sabrás que ya te sientes así si te suceden alguna de las siguientes situaciones:

1. Quedas con todo el mundo. Aprovechas tus días de visita para quedar incluso con amigos que antes veías una vez al año. Hay que exprimir la visita al máximo y no quieres perder la oportunidad de tomar un café con nadie.

2. Todos tienen planes para ti. Vaya! Antes vivías ahí y mucha gente ni se acordaba de ti en semanas, pero ahora los planes se te solapan y no sabes ni cuál elegir.

3. Te preguntan mil veces cuántos días te quedan y cuando vuelves. Siiiiii, te pasas semanas antes avisando a todos del día que vas y todavía tienes que repetirlo. También te cansas de repetir la fecha de regreso y cuando tienes preparado volver.

4. De repente, todo es maravilloso. Sí, incluso ese bar que te agobiaba o la playa que está llena de gente gritando. Ya no importa, tienes pocas oportunidades de ir y ahora hasta lo echas de menos.

5. Descubres plazas y edificios preciosos. De camino del aeropuerto a casa, te das cuenta de la cantidad de rincones con encanto que tenías al lado de casa y que antes ni habías visto. Vaya, ¿de verdad han estado toda la vida ahí?

6. Te haces fotos de todo lo que haces. Tu facebook se convierte en un álbum de fotos de tus experiencias diarias. De hecho, todo el mundo se acaba enterando que estás en tu casa, incluso quién no querías que lo supiera…

7. No tienes que llamar a nadie. Sólo tienes que levantarte y esperar a recibir el primer wassap para ya tener un plan.

8. Tu sofá y tu cama son más cómodos que nunca. Llegas a tu casa y también parece más grande y más bonita.

9. No te das cuenta y hay que volver. Que pereza…

10. No te engañes!!! NO hay nada magnífico ni perfecto, lo que pasa es que estás de vacaciones! Claro que antes no era así tu ciudad porque currabas, tenías obligaciones y no tenías tiempo de estar todo el día paseando. Lo que es maravilloso es disfrutar de las vacaciones y del lugar en el que se vive.

Por tanto, Moraleja: disfruta también de tu lugar de emigración ya que no sabes si algún día lo echarás de menos.

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